jueves, 3 de marzo de 2011

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En lo que para mí constituye un acierto, Ciorán en su obra "La tentación de existir" cita a Chuang-tzé: "Que el hombre no ame nada y será invulnerable". Entre tanto, en un lugar muy pero muy alejado de los taoístas, los caballeros Jedi afirman también en sus más sagrados preceptos que los sentimientos que se derivan de esa palabreja aguda de cuatro letras son peligrosamente perjudiciales si se quiere mantener el equilibrio de la fuerza, comenzando por la interior, y siguiendo con las consecuencias de nuestras acciones; potencialmente fatales cuando actuamos cegados por las pasiones, ese incómodo apéndice animal del raciocinio que nubla todo entendimiento.

Sólo el paso del tiempo puede lograr tal cambio de enfoque. Sí, en alguna época también uno pudo haber sido un idealista, y ciertamente en mi caso hoy puedo afirmar que esa época fue la peor. Con la ayuda del añejamiento, llega la sensatez que permite ser consciente de tantas metas retrasadas que en otra época no habrían sido esquivas si se hubiese obrado con más cautela y menos idealismo, con más de razón y menos de pasión.
La instintiva "necesidad" del apareamiento está lejos de ser el ideal que reúne a una cándida princesa y a un príncipe azul. Alguien dijo que la mujer es ese tipo de ser que, generalmente, inspira el deseo de emprender grandes obras... pero luego en la cotidianidad nos impide realizarlas. Otro alguien, no necesariamente misógino, cuenta cómo un amigo suyo se inspiró en la que creyó su compañera ideal y, por ella, atravesó los mares a nado, escaló las montañas más altas, desafió a las bestias más salvajes, se enfrentó a los mayores peligros y adversidades imaginables... pero ella lo abandonó porque nunca estaba en casa.

Qué se oculta tras toda esta amarga comedia? Una gran verdad: los suspiros no alimentan. Sólo los animales se pueden dar el lujo de pasar su vida entera en un eterno celo buscando una pareja que solamente su instinto define como imprescindible. Sólo ellos, si logran superar esta prueba, pueden dedicarse a ser el macho alfa de su manada sin preocuparse por nada más, pues la madre naturaleza proveerá lo restante. Nosotros no. Nos guste o no, nuestra realidad es otra, o por lo menos eso se quiere creer. Aunque a la larga, apartemos nuestra capacidad de raciocinio y qué nos queda? Un animal que aprendió a caminar en dos patas y a elegir entre dos cabezas para guiar su vida. Que la mayoría elijan mal, eso ya es otro problema.

Regresando a Ciorán, se encuentra uno con que el primer pecado existencial es haber nacido y el segundo es hacer que otro más cometa el primero sin haberlo pedido. Resulta que a este moridero llegamos solos y solos nos hemos de ir, dejémonos de pendejadas, absolutamente nadie tiene el derecho de arruinar nuestra vida alienándola en pos de su ego. Cuando la parca pase por el ladito de uno nadie se va a meter en medio para irse en nuestro reemplazo. Somos responsables de lo que pase con nuestro día a día, ese tiempo no se recupera y cuando uno se lo ha dedicado en vano a alguien que muy seguramente no lo merecía, la vida misma más adelante nos pasa la cuenta de cobro... y no nos alcanza el resto de nuestros días para pagarla. "¿Cuántas cosas habría podido hacer por mí si no me la hubiera pasado mariqueando detrás de ___ por ___ días / meses / años?", puede ser la pregunta que surge entonces.

Al final, bien dicen que... "el hombre libre es un animal incompleto, y el hombre en pareja (casado o cazado) es un completo animal".