lunes, 26 de diciembre de 2011

Transmitomanía (Urbanosis 6)

Escarbando en el archivo de fotobombas pude comprobar con mi amigo el puma que había bastantes como para "secar" el tema del adorable Transmilenio (mencionado levemente en la entrada anterior), ese "maravilloso sistema" de transporte público que supuestamente (por lo menos en la imaginación del diablo que nos lo impuso, el siniestro Enrique Peñalosa) iba a ser el orgullo de Porcinópolis.


Anteriormente mostré imágenes recientes que evidencian el triste destino que puede llegar a sufrir la única avenida decente con que contaba la ciudad, como desenlace de una pésima gestión que ya se veía venir desde hace casi tres años. Estamos cada vez más próximos a la entrada en funcionamiento de aquel atropello, y entonces comenzará la cuenta para saber si los contratistas que lo ejecutaron fueron tan ineptos o tan ladrones como los del ilustre Enriquito.
Pero esta vez no se hablará de las vías, por las cuales siempre se echará la culpa al distrito para intentar atenuar la responsabilidad de los operadores del sistema a la hora de buscar causas para las fallas en el servicio. En esta ocasión el tema son los dolores de cabeza cotidianos de quienes se ven obligados a utilizar el sistemita de pacotilla. El emotivo comercial enlazado tras el primer párrafo no fue el único pajazo mental al que se sometió a la ciudadanía. Vean este otro:


Demos un repaso a las palabritas mágicas usadas por el supuesto transeúnte bogotano:

Convivencia: Ciertamente Transmilenio maneja un concepto bastante particular de esta palabra. En efecto, por la densidad de pasajeros por metro cuadrado de superficie éstos se ven obligados a convivir a un nivel de intimidad tal que no se lograría ni siquiera durmiendo juntos en "cucharita". Para la muestra, un botón.

Seguridad: Cualquiera se come ese cuento cuando la única toma que muestra con nitidez al bus de perfil enfocando las ventanas y no las latas, deja ver del otro lado que el bus va casi desocupado, y en primer plano a un par de actrices cagadas de risa sin nadie que les ponga sus "partes nobles" en el hombro o en la cara mientras lucha por no caerse.

Tiempo: Si alguien me viniera ahorita con el cuento de que Madonna es virgen, tendría más credibilidad que el sentido que le pretenden dar a esta palabra para referirse a Transmilenio. Se suponía que íbamos a ganar tiempo, pero ocurre exactamente lo contrario. A mi amigo el puma le consta que en su anterior trabajo, utilizar el servicio en cuestión para intentar llegar a tiempo nunca fue buena idea. Para un viaje que en el transporte "convencional" demoraba alrededor de 40 minutos, Transmilenio prometía demorarse solo 20. Hasta ahí, parece una maravilla, pero el problema es que para poder abordar la maldita ruta que le servía llegó a perder 45 minutos o más, triplicando el tiempo prometido, y casi duplicando el que gastaba antes. Y comienzan los cuestionamientos: ¿Por qué no volver entonces a las viejas rutas? Fácil, porque estos señores las hicieron retirar de las vías por donde ellos pasan. Ahora bien, si fuera viable con los cambios de clima y cómodo para el desempeño del resto del día, mi amigo se iría en bicicleta todos los días, pues ya tenía claro que podía hacer el viaje en un tiempo parecido al que estaba acostumbrado. ¿Otras alternativas? "Mmm... ni que fuera el dueño de la empresa para andar a todas horas en taxi", me respondió. Creo firmemente que este punto, el factor tiempo, fue el que disparó el uso del vehículo particular en la ciudad. Ante el absurdo intento de restringir dicho uso con medidas como el "pico y placa", los pudientes respondieron con la adquisición de un segundo vehículo para hacerle conejo al problema, y los que no podían aspirar a tanto se decidieron a arriesgarse montándose en una motocicleta, todo con tal de no perder el trabajo por una discusión con algún jefe idiota que se negara a entender que este maravilloso sistema de transporte público es enemigo de la puntualidad.

Cultura: Justo antes de oir esa palabra, aparece alguien cómodamente sentado leyendo. La persona que modeló para esa toma debe ser la única que pudo alguna vez leer una línea completa en un miserable bus de Transmilenio. Con la vibración de dichos vehículos, sumada al tradicional (y pésimo) estado de la troncal con la que se inauguró el sistema, a la chambonada de los conductores y a la comodidad con la que uno viaja (aludida ya en el tema de convivencia) dicha escena pasará a formar parte de mi antología personal de escenas de ficción. Por otra parte, cultura no es precisamente lo que se respira en un entorno en donde en primer lugar, parece que el jabón y el desodorante fueran artículos de lujo reservados para el estrato 6. Tampoco creo que sea un reflejo de cultura la obligatoria transgresión a supuestas reglas de uso como el no pararse en las franjas amarillas junto a las puertas, el dejar salir primero dizque para ingresar más fácilmente al bus, o el no incomodar a los demás pasajeros (algo que no tienen claro los h.d.p. que sacan sus celulares sin audífonos y obligan a todos a su alrededor a escuchar la misma basura que ellos).

Un amigo que nos cambió la vida: Como dicen por ahí, con esos amigos, ¿para qué enemigos?. Claro que nos cambió la vida, nos volvió más infelices, más amargados, nos dio más razones para comenzar el día con una pésima actitud, nos ha robado tiempo que podíamos utilizar en otras actividades más productivas o placenteras para destinarlo al diario viacrucis de esperar el "feliz instante" en el que uno pueda empacarse en un cacharro de esos para ser transportado como salchicha.

Y como si fuera poco el mal logrado optimismo, lo juntan con el lema pendejo del banco que les alcahueteó el comercial: "porque todo puede ser mejor...". Pues claro, en efecto, decir que todo puede ser mejor es reconocer de alguna manera que todo está mal.
De las fotobombas prometidas en el primer párrafo, me ocuparé en próximas entradas. Por ahora les dejo con una peculiar versión de la imagen de nuestro "amigo", fruto de la inspiración de algún anónimo ciudadano que expresó su inconformidad en el costado de uno de aquellos adorables buses, la cual no puedo negar que me sacó una efímera sonrisa.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Réquiem en concreto (Urbanosis 5)

Hace apenas tres días en todo el país se realizó una nueva jornada de farsa electoral, esta vez dedicada a la elección de autoridades locales: gobernadores, alcaldes, concejales, ediles, un largo etcétera de curules destinadas a darles de comer a los más convincentes aun cuando esos no fueran necesariamente los más competentes ni los más honestos. En el caso particular de Porcinópolis, una gran expectativa rodeaba por lo menos la escogencia del futuro alcalde, dado el estado de descomposición alcanzado por la ciudad gracias a la pésima gestión del último idiota que pasó por ese puesto: el famoso Bobolitro, alias Samuel Moreno.


La primera fotobomba que adorna esta nota fue tomada hace casi dos años: Diciembre 12 de 2009. En ella se resume lo que representó para Porcinópolis el paso de aquel nefasto personaje por la alcaldía. Una vía como pocas, orgullo de la ciudad, que la comunicaba con el pedazo de aeropuerto y que fue realizada en los tiempos de su abuelo, la cual cumplió su función con decoro a lo largo de cinco décadas, mostrando el resultado de la vieja costumbre de hacer las cosas bien, pensando en que duraran. Hasta que sucumbió bajo la aplastante ambición de los vendedores del falso progreso.


La segunda fotobomba fue tomada hace apenas un mes, pero podría haber sido hace seis, o quizás un año, o tal vez cinco, o hasta diez. Corresponde a un reflejo de la maravillosa gestión en la alcaldía de otro baboso hace más de una década, uno igual de talentoso para malgastar el presupuesto de la ciudad en obras suntuosas o mal ejecutadas: el señor Enrique Peñalosa. Pero hay que recalcar que esta vía no tiene 50 años como la de la otra foto, se inauguró hace apenas once añitos y pueden ver lo buena que está. Seamos serios: la Avenida El Dorado fue bien hecha, y si no fuera porque el bobo de Samuelito la mandó a destruir (para darle continuidad a las estupideces de Enriquito y tajada a los honestos contratistas que desde los tiempos del borracho Lucho Garzón supieron aprovechar la hegemonía del Polo Demagógico), seguramente aún tendríamos avenida para rato. En cambio, la fabulosa troncal de la Avenida Caracas es uno de los peores descalabros que hemos conocido en cuanto a vías en la capital. Desde sus inicios, esta vía ha estado en permanente mantenimiento por su pésima calidad; la foto lo dice todo, y ese punto (calle 76, sentido sur-norte) es solamente uno de los muchos en similares condiciones.

Tenemos entonces una vía antigua, pero bien hecha y en estado aceptable, y una vía de calidad cuestionable que año tras año le genera costos a la ciudad. En el caso de la primera, fue necesario que llegara un idiota que diera la orden para destruirla. En el caso de la segunda, sólo fue necesario que otro idiota contratara su ejecución, disimulando una descarada obsolescencia programada para verla destruida todo el tiempo, y así garantizar que hubiera más contraticos para su permanente reconstrucción. Sin embargo, la labor de Samuelito fue tan proverbialmente mala, que hoy en día hasta Enriquito parecería honesto (por lo menos desde el punto de vista de muchos de sus fans). Qué mentira tan grande... tan grande como ese bache de la fotografía, gracias al cual uno la pasa tan bien como pasajero del maravilloso sistema de transporte en el que nos metió ese señor, con la promesa absurda de que su altísimo costo estaría justificado por la eficiencia, rapidez, comodidad y... pura mierda, como buena promesa de político.


La Avenida El Dorado pasó a la historia para convertirse en otra troncal al servicio del desastre de Transmilenio, el cual a su paso sólo deja gente inconforme que es tratada peor que ganado rumbo al matadero, y mientras eso pasaba él sólo sonreía, como siempre, con esa actitud de niño bien que le caracteriza, y pensando que cualquiera que cogiera la alcaldía de ahora en adelante, por más incompetente que fuera, no podría ser peor que Samuelito. Vio el ambiente propicio para lanzarse como candidato, ya que en ningún otro puesto le cuajaba el voto, y ¡zas! se lanzó. Rodeado de honestos, pretendió parecer uno de ellos. Se arrimó al partido político de quien fuera su predecesor y sucesor porque sabia que eso le aportaría los votos frescos de miles de ingenuos que creyeron recientemente que se podía inventar una nueva política sin trampas. Pero luego mostró el hambre, y a la hora de las candidaturas se dejó seducir por uno de sus viejos maestros, el señor ex-presidente, aquel que con la misma hambre aspiraba a darnos un oscuro tercer episodio sin lograrlo, y que ahora como premio de consolación pretendía cierto tipo de "alcaldía desde la sombra", para lo cual necesitaba un títere que compartiera su apetito. Enrikin se dejó apoyar entonces de su oscuro maestro, Lord Uribius, y puso a temblar a quienes sospechaban que de esa unión no saldría nada bueno. Bastaba con ver la terrible campaña de propaganda negra, del mismo estilo de la que se usaba año y medio atrás para promover al anterior discípulo del señor oscuro. Había que resistirse a siquiera pensar que el mismo proceder les diera resultado por segunda vez.

Ya saben lo que dicen sobre aquel que muestra el hambre... afortunadamente en este caso se volvió a cumplir, Enrikin mostró el hambre y se quedó sin comer. Si entre las demás opciones la decisión tomada por las mayorías fue o no la correcta, sólo el tiempo lo dirá. Por lo pronto, parece que nos salvamos de los moñitos lobos en los postes, de un segundo imperio del mal cemento, de ver otra troncal caracas en la carrera séptima, o en la avenida Boyacá, o quién sabe en qué otra vía. Nos salvamos de la falsa y arrogante promesa de que sólo él sabía cómo solucionar los problemas en que él mismo nos metió, con el flojo argumento de que él era el indicado porque ya había sido alcalde (hasta donde recuerdo, cuando lo pusimos a despilfarrar el presupuesto que le dejaron sus antecesores ese argumento no le acompañaba, y ganó).

Mejor los dejo con alguien inteligente: mi amiguito Bruno, él sí sabe para qué sirve tanto bolardo.


sábado, 8 de octubre de 2011

Ensuci-arte (1)


En Porcinópolis se ve de todo. El pasado 19 de Agosto, una noche de viernes, fue noticia la muerte de un adolescente a manos de un agente de la policía en hechos un tanto confusos y sobre los cuales el papel de los medios, de los alcahuetas de la víctima (familiares y amigos) y de las autoridades sólo ha logrado confundir a la opinión. Los alcahuetas clamaban "justicia" en nombre de quien según ellos era una mansa palomita dedicada a pintar gatitos en cuanta pared privada o pública encontrara a su paso. Las autoridades manejaron una versión cada vez más retorcida según la cual el difunto y sus acompañantes habrían estado involucrados en un asalto contra un vehículo de servicio público esa misma noche. Declaraciones del lado de los alcahuetas enlodaban un poco al que pretendían mostrar como alma pura al dejar en evidencia que según su versión de lo ocurrido esa noche llevaban alrededor de cuatro horas dañando paredes en un trayecto de más de 40 calles mientras ingerían alcohol (siendo menores de edad), siempre atentos a no ser pillados por la policía (admitiendo así que sabían que estaban incurriendo en conductas que son consideradas como contravenciones en el código de policía). Del lado de la autoridad las cosas no eran mejores, pues al intentar agregar detalles que sustentaran la versión del agente que disparó lo único que lograban era matizarla cada vez más como un montaje para encubrir una falta.

En esta ocasión mi amigo el puma y yo nos ponemos de parte de una palabra que no gusta: intolerancia. No gusta, porque se le asocia negativamente con las reacciones que tiene la gente ante algún estímulo también negativo, pero aislándolas de su contexto, intentando invalidarlas mientras que sin razón se legitima el derecho del causante a hacer lo que le da la gana. En esa onda de satanización de la defensa propia vemos ejemplos por montones: El vecino desconsiderado (y de mal gusto) cree que tiene el derecho a elevar el volumen de lo que considera música, violando mi derecho fundamental a descansar en mi casa. Pero si salgo de mi papel de víctima pasiva y reacciono, arriesgándome incluso a ganarme una golpiza o un balazo por retar al "traqueto" interior de aquel sujeto, al final cualquier cosa que pase será (supuestamente) culpa mía por "intolerante". Lo mismo ocurrirá si el hijo del vecino viene y se orina en el jardín o lo agarra de escondite para drogarse... en caso de reclamo, el hijueputa es uno. Si un ñero wannabe consiguió para ponerle a su carro un sonido ensordecedor y creerse pandillero gringo mientras escucha su basura, se atribuye el derecho a pasearse por el barrio y no dejarnos dormir, pero si le reclamamos un poco de silencio somos unos malditos intolerantes. Y por supuesto, en esta gran moda de justificación de las malas conductas entran esos mal llamados "artistas", esas dulces palomitas que creen que todas las paredes de la ciudad son de su propiedad y que pueden hacer en ellas lo que les venga en gana. Mientras tanto, que se cuiden los verdaderos dueños, porque si los llegan a pillar y salen a reclamar pueden resultar golpeados, heridos, o muertos a manos de esas dulces palomitas, y todo por ser "intolerantes" y no permitirles seguir con sus mamarrachos o sus extravagantes letreros que no dicen absolutamente nada, más allá de representar la marcación de territorio de unos desadaptados que no respetan la propiedad ajena, creyéndose amparados por el ejercicio de su "libre desarrollo de la personalidad".

A una altura como la de las vallas que se muestran en las dos fotos anteriores, esas obras de "arte" nos hacen pensar más en un pandillero drogado arriesgando la vida mientras marca territorio que en un "artista callejero". Un maldito letrero incomprensible, que sólo tiene significado para quien se esconde bajo ese "alias", no tiene nada de arte y sí mucho de contaminación visual, pasando como ya se dijo por la evidente invasión a la propiedad, hecha por un habilidoso saltatapias. Aquí tienen más ejemplos de la galería callejera de estos hampones:





















Como se puede apreciar, toda pared desprotegida se convierte en potencial papel para los delincuentes, y que conste que esta no es una acusación formulada por quien escribe, sino una declaración anticipada que ellos mismos han plasmado en un muro, la cual debería ser tomada en cuenta para la próxima vez que alguno de estos sujetos sea pillado en flagrancia, de manera que al haber claridad sobre la condición delincuencial del ejecutado detenido no quede ninguna duda de que cualquier "intolerante" que obre en su contra lo habrá hecho en defensa y beneficio de la comunidad, que es finalmente la que debe pagar por los destrozos de estos antisociales.

domingo, 19 de junio de 2011

Fotobomba

Sí, ya se que la imagen que abre esta entrada es un desperdicio. Podría decirse que la culpa es del fotógrafo, pero tengo varios argumentos atenuantes en defensa de mi amigo el puma: en principio, esta fotografía no fue tomada decentemente, con una cámara, como debe ser, sino con el bendito celular que se cree cámara (tema frente al cual comparto la opinión del estimado Iván Marín). Sumen a la falta de flash la circunstancia de que ya era de noche, para que vayan entendiendo. Sin embargo habrá quien diga que nada de lo anterior es excusa para no haber podido evitar que la foto quedara movida. Aquí expongo mi argumento final: esta foto fue tomada en Bogotá.

No se si en donde usted viva, señor lector, le haya pasado, pero por estos lares es pan de todos los días encontrar avisos como el que inspiró esa foto, publicados en las entradas de almacenes y centros comerciales, en los que se prohiben cosas como fumar, ingresar con mascotas y tomar fotografías. Claro, es normal la reglamentación que destierra a los fumadores, y en cierto grado entiendo que las fotos que se toman algunos se acercan mucho a la misma presentación que tiene una cagada de perro, aunque no comparto que por eso se discrimine a las mascotas, al fin y al cabo he visto peores animales cruzar las puertas de tales establecimientos y nadie les ha negado el paso. Pero en lo de las fotos me cuesta bastante estar de acuerdo, pues a cualquier aficionado a la fotografía se le está tratando tácitamente como un potencial terrorista (me imagino que esa debe ser en el fondo la base de tal prohibición). Si no fuera así, entonces ¿a qué temen? ¿de qué se protegen? ¿de que se divulguen los "espectaculares" precios de las "promociones"? ¿o están cuidando el pudor de las atractivas impulsadoras que reparten las degustaciones?

No tengo idea, pero esta generalizada paranoia es un golpe bajo contra la tradicional fotografitis de la que sufre la mayoría de nuestra calentana población. Aún recuerdo planes tan familiares como el de ver en la mesa de al lado en la plazoleta de comidas a una familia haciendo maromas para caber en la foto que dejarían como prueba de que ese día (y sólo ese) habían llevado a la matrona de la casa a comerse algún plato típico. ¿Qué será de los álbumes familiares y las cámaras, condenadas al paranoico olvido? Ahora al estilo de los juzgados gringos en los casos famosos que veíamos en los noticieros, tocará andar con un dibujante que capture la casual atmósfera de tan mágicos instantes. Y a los más serios, que no andamos con esas pendejadas, se nos cohibe de sacar a pasear lo que siempre hemos visto como un inocente pasatiempo en desprevenidas caminatas.

Cuenta mi amigo el puma que una vez le metieron un sustico por eso, años atrás, cuando aún se distraía con su cámara de rollito y se le ocurrió la brillante idea de meterse en un "exclusivo" sector a fotografiar un pequeño paisaje sobreviviente al acoso de la jungla de cemento, y conocido como "Quebrada La Vieja". Nuestro amigo esa tarde estuvo a punto de ser tratado como si a la vieja la hubiera "quebrado" él. Habría caminado una o dos cuadras después de tomar las fotografías cuando le dio alcance en una motocicleta el que parecía ser un miembro de la escolta de algún hijo de encopetada madre que vivía por ahí, quien con aire amedrentador le fue pidiendo documentos, datos personales y explicaciones de qué era lo que andaba haciendo. Poco faltó para emular la clásica escena del gorila abriendo o rompiendo la cámara para destruir las tomas hechas a los capos de la familia Corleone. El atolondrado y desprevenido fotógrafo-transeúnte sólo atinaba a pensar si con esa misma valentía reaccionaría aquel primate ante una amenaza real.

Desde entonces, cada vez que esta puta ciudad, como dice Fito Páez, pone ante sus ojos algún banquete visual urbano de esos que le gustaría perpetuar o criticar, mi amigo el puma sueña con el día en que sus maltrechos ojos puedan ser reemplazados por una vista al estilo Robocop, con la que no toque encuadrar, enfocar, obturar, ni nada, solamente observar y ya. En aquella ocasión de marras, algunas de las fotos se echaron a perder (a tal grado llegaba la mala energía del "tira" aquel, que sin necesidad de abrir la cámara se iba tirando el rollo). En la actualidad, el afán de no ser interrogado hace que fotos como la que encabeza esta nota queden movidas. Ahora sí, ¿nos disculpan?.

lunes, 6 de junio de 2011

Simbiosis

¿A qué les quedó sabiendo la palabrita esa de cuatro letras, después de la anterior entrada? ¿A pepa chiviada de viagra? ¿A goticas retardantes? ¿A jalea para sexo oral? O sencillamente, ¿a mierda? La idea es que no haya quedado sabiendo a nada bueno, pero si lo expuesto hasta ahora aún no le ha hecho efecto, espero que este nuevo atentado logre su propósito. De nuevo con el apoyo de mi amigo el puma y una de sus fotos casuales, vamos a analizar una macabra sinonimia que dice así...

Caricatura original: © Hernández
Cuatro letras a cada lado de la ecuación planteada por el señor de blanco parecen una buena primera aproximación. La segunda similitud entre estos dos términos es que ambos son invenciones humanas: la primera se usa para atribuir a un ser superior aquellas cosas que el hombre no puede hacer o entender, y la segunda, como ya dijimos, para cubrir con un sutil manto de delicadeza aquellas estupideces que la especie comete por dejarse llevar de su lado animal. Son palabras de fácil digestión al ser tan cortas, fácilmente pronunciables hasta por el más tonto de los tontos, lo que no ocurre con vocablos de mayor calibre como raciocinio, escepticismo, incredulidad y tantos otros que adornan el léxico de quienes tienen más de dos versículos de frente, y no creen en esos grotescos individuos y sus extrañas formas de interpretar el "amor" (al dar click sobre la imagen, verán en el original de la caricatura a qué me refiero).

Cazando ideas voladoras para esta entrada me puse a revisar mi versión criolla del conocido juego Scrabble (Crucigrama) y vi que la ecuación se desbalanceaba en perjuicio del primer invento: "dios" suma 5 puntos mientras que la otra cosa suma 6. En inglés pierde aún más terreno porque son 3 letras contra 4, 5 puntos contra 7. Nada que hacer, estadísticamente tiene más relevancia quedarse reinventando la tiradera que ir a pedir perdón por la misma. Pero aquí tenemos nuestra propia explicación para esta situación: las franquicias de la fe, como todo negocio, no están para favorecer ni al imaginario proveedor ni a los tangibles consumidores. Son simplemente un intermediario como cualquiera, buscando su propio beneficio.

Vean a su derecha. De una imagen tan cotidiana se pueden decir muchas cosas. La primera que se me ocurre es que supuestamente este negocio (una de esas tantas agencias de viajes que funcionan como iglesias... ¿o al revés?) se basa en rendir culto a un hombre melenudo en harapos. Afuera se encuentra sentado un pobre que cumple con esa descripción, sin embargo jamás lo dejarán entrar a participar del show, porque al que siguen siempre que pueden lo representan muy tieso y muy majo, rubio, resplandeciente y con la barba arregladita; todo un modelo de revista, porque hay que mostrar que el tipo ante todo es gente "bien". Y de hecho el modelo de negocio de varias de estas franquicias me hace pensar que deben al igual que en las discotecas poner el letrero a la entrada y el bouncer que digan: "nos reservamos el derecho de admisión".

Otra idea: al igual que ocurre con las grandes cadenas de almacenes, el mercado está segmentado de manera que a cada nivel socioeconómico se le cubra su necesidad de alienación con un "servicio" a su medida. En estos pisos intermedios y bajos el sujeto de la foto se convierte a la vez en  materia prima y producto final del proceso. La pobreza, la enfermedad, la baja calidad de vida, la necesidad en general, son los ingredientes necesarios para mermar la voluntad del individuo y obligarlo a creer en lo que otro humano cualquiera le diga. El que está jodido es utilizado como herramienta para acceder al "corazón" (léase bolsillo) del que lo está un poco menos, y el borrego afloja pensando en aquel pobre que espera afuera, pero a éste dicha ayuda casi nunca le llega. Eso sí, un día cualquiera ven al padrecito-pastorcito-picarito llegando en tremenda nave a echar su cuento, a pedirle a sus clientes que sigan aflojando porque al "señor" ya le da pena entrar a esa sede tan mal presentada y por eso hay que remodelarla o hacer una más grande. Eso sí, pueden estar tranquilos, que como el dinero y los bienes terrenales son cosa del maligno, y "el señor" no va a bajar de los cielos a ensuciarse las manos con eso, pero tampoco quiere que sus fieles ovejas se manchen, el abnegadísimo pastorcito mentiroso se sacrificará y la escriturará a su nombre... para alabanza y gloria de su nombre , para su bien y el de toda su "santa iglesia".

Una tercera idea, ya para irme: a las subsidiarias del "amor de dios" les gustan tanto los pobres que por eso todo el tiempo luchan para que haya más. Ya lo dijimos, les conviene. Y no les importa si para ello los tienen que sacar de su propia entraña. Así que cuando alguien en el rebaño intenta tener más de dos versículos de frente y darse cuenta de que "multiplicarse y llenar la tierra" no es racionalmente una buena opción, el señor del discurso enredado y las aparentes buenas intenciones se desata en prosa en contra de aquel "hereje" que se niega a ser un "vehículo" para el "amor de dios". Claro, seguramente un ente etéreo que es sinónimo de "amor" goza cuando ve que sus amadas criaturas están comiendo mierda, y encima con las raciones mermadas por culpa de la sobrepoblación. Ese señor (el de blanco, haciéndose pasar por el otro) tiene un plan para la vida de todos los aquí presentes, y es que por dejarse llenar la cabeza de ideas raras siempre mantengan bien surtido el mercado de la lástima, para que nunca falte un indigente a la entrada de un templo, ni un mendigo en un puente peatonal, ni un niño hambriento en un semáforo. Y mientras haya alguna necesidad insatisfecha (ingrediente diario del tercermundismo que nos rodea), habrá tierra fértil para que estos honestos señores sigan en lo suyo. "Amén".

viernes, 13 de mayo de 2011

¿Qué? (4)


♪♫ "El 13 de mayo la virgen ma..." ♪♫

Maricadas como esa le tocaba cantar a mi amigo el puma en el colegio aquel en el que intentaron distorsionarle el sentido de la realidad a punta de credos, padrenuestros, avemarías y toda una serie de conjuros similares. Si su mente, estimado lector, le traicionó tarareando inconscientemente lo que seguía, preocúpese, porque entonces sumercé pasó por la misma tortura, vaya uno a saber por cuánto tiempo (en el caso de mi amigo el puma, doce años, así que ya podrán ir entendiendo la clase de “caspa” que me apoya en este blog).

En esta fecha tan especial (viernes 13, para los agoreros a la gringa) vamos a hablar de una palabreja empalagosa ya insinuada dos entradas atrás. Una que tanto en aquella farmacia de la franquicia vaticana como en muchas otras que se le parecen, destaca entre las favoritas para apaciguar a los fieles, un menjurje al que denominan dizque “amor”. Uno aprende desde muy temprano a convivir con otras palabras agudas tan naturales como chichí, pipí, popó, pero en mi caso aquella en particular me produce un asco inevitable, y ya verán por qué. Pero antes de seguir quiero llamar la atención sobre algo: esa palabreja, como ya lo dije, sirve en muchas sectas para amansar fieles, pero la paradoja es que éstos rápidamente le cambian el significado, le hallan el gustico y terminan siendo lo contrario, unos completos infieles, puras ovejas descarriadas… y ahí sí que venga el chiras y nos coja confesados.
¿Por qué? Todo el problema proviene de un asqueroso eufemismo empleado por una especie dizque racional (conocida como “humana”) para tapar una vergüenza: que en el fondo de su presuntamente superior cerebro, se esconden los mismos principios que rigen a cualquier otra especie animal sobre la faz del planeta, y entre ellos ocupa un lugar muy especial esa mañita de andar a toda hora con la disposición para estar auscultando entrepiernas en busca de una sola cosa: copular. Algún día un humano que no tenía nada más que hacer tradujo eso y lo articuló en una palabra grave como lo es SEXO, pero lo más grave fue cuando otro bastante más idiota que el anterior (seguramente algún precursor de las telenovelas) lo disfrazó haciendo un uso tan malo como perdurable de la palabreja empalagosa aquella que mencioné al comienzo de este desorden: “hacer el AM…” (¡bleáh!). A quienes son proclives a deleitar su cursi gusto con frases de peluche como esa, les digo que va siendo hora de que se bajen de esa nube, pues el otro día leyendo ocurrencias ajenas me encontré con una bien cruda que me gustó bastante: “eso de hacer el amor es de pobres, es mejor comprarlo hecho”.
Son muchos los casos de emprendimiento que se han basado en esa dudosa necesidad: libros pendejos, desde las novelas románticas hasta algunos de autoayuda, brujos(as) que “ligan” (joden) al ser “amado” (deseado), solitarios que ofrecen terapias de pareja (cuando la cosa debería ser tan simple como “si no le funciona, búsquese otra”), sin dejar por fuera desde luego a los curas que intentan convencer a todas sus víctimas de que ante los ojos del libretista lo mejor es “sentar cabeza”, casarse como ellos mandan y llenarse de problemas (crías), lo que los convierte en los más avispados ya que se ponen a dar consejos sobre una joda de la que no tienen ni idea. Todos sin excepción me parecen unos aprovechados, y como prueba quiero que le echen un ojito a este par de muestras que me trajo mi amigo el puma:
SE***36
Gotas naturales, retardantes para una relación más extensa, efecto 45 horas acto para diabéticos. No contiene azucar.
Sobre este primer ejemplo, creo que independientemente de que sea o no apto para diabéticos, si el efecto es de 45 horas el pobre cliente sin remedio morirá en el acto como consecuencia de una insuficiencia circulatoria.

Indudablemente una publicidad tan impecablemente elaborada sólo puede ir dirigida a la porción más primordial del cerebro del protagonista de varias de nuestras historias: el ciudadano promedio, a quien vemos en actitud sonriente en la primera imagen de esta nota, imaginando cómo a través de la promesa hecha en ese graffiti podrá alcanzar su anhelo de intentar emular al hermano cerdo, aquel que según la ciencia puede tener orgasmos de 30 minutos. Eso sí, por quedarse pensando en esa pendejada ni se da por enterado de los errores de ortografía que contienen tan llamativos anuncios. Si sumercé tampoco los identificó, nuevamente, preocúpese. También cayó.

viernes, 1 de abril de 2011

Tommy

Qué pena que los tenga a punta de pan viejo, este fue el último que encontré de los vestigios de aquella otra válvula de escape, ya desaparecida, y que justamente pasó a la historia con esta nota como última entrada, hace exactamente cuatro años. En un intento por superar el guayabo dejado por la pérdida de Pinina, quise llenar el vacío con una nueva experiencia... lo demás es historia.

Aquí vamos otra vez, mientras escucho repetidamente la última adquisición musical, inspiración de mi artista favorito.

Alguna vez leí o escuché de alguien que los lamas, cuando tienen que buscar a la siguiente encarnación del que los ha abandonado momentáneamente mientras transita a otro cuerpo (el Dalai Lama, por si no me hice entender), comienzan a vagar por ahí (en el sentido de andar errantes por aquellas tierras de oriente , no en el de mamar gallo, tan arraigado por estas otras) en busca de un crío el cual, como parte de una de las pruebas que lo revelarían como el sucesor del desencarnado, al estar delante de una variedad de elementos (juguetes, me dijeron), habrá de elegir justamente aquel o aquellos por los cuales el anterior líder, es decir el mismo maestro en su vida anterior, mostró marcada preferencia. Déjenme decirles que eso muestra que el Dalai Lama y yo, modestia aparte, somos unas almitas de Dios, si nos podemos dar el lujo de conservar algunos de nuestros juguetes hasta nuestra vejez. Hoy día por defecto las madres modernas consideran que si su nene no es una mier** al tratar las cosas, animales y/o personas, es porque algo anda mal y está condenado a ser un tarado. El brillante es el que más curiosidad destructora muestre. Por eso aquí jamás va a haber un Dalai Lama, sospecho.
Y bien, qué tiene que ver el señor calvito de las sandalias y las gafitas en todo esto? Nada, pero la pasé rico escribiendo el párrafo anterior, sobre todo al poder rajar una vez más de esos seres de apariencia semi-humana que son pequeños en estatura pero enormes en peligrosidad.

Mentiras... no es del todo cierto... lo de la falta de relación del maestro tibetano con el tema. Lo de los mocosos sí lo sostengo. La idea que quiero redondear es que me había creado una gran expectativa, casi tan grande como la de los lamas, en este tiempo que anduve imaginando por dónde vagaba (sí, erraba) el alma de ese ser tan especial que habitaba en mi anterior mascota. Quise haber tenido más tiempo para ocuparme personalmente de la tarea, pero por una vez en la vida he confiado totalmente algo tan serio a alguien más: a mi adorable y nunca suficientemente ponderada costillita, quien de hecho ya había tomado parte en el proceso cuando hace casi doce años nos topamos con mi "primogénita". Esta vez estoy confiando en que su criterio sea el correcto en la decisión que nos atará a este mundo por los próximos (ojalá bastantes) años. Y si mis lectores me conocen en un aspecto clave ya supondrán que no estoy hablando precisamente de seres supuestamente racionales que anden en dos patas. No señores, claro que no. Estoy hablando de seres maravillosos que, al estar en cuatro patas, son poseedores de un mejor y más cercano contacto con este planeta del que podemos tener nosotros, viles devastadores que acabamos con todo lo que se cruza, como bien lo dijo el agente Smith (nuevamente yo y mis referencias a "The Matrix").

Estoy hablando de los primeros acercamientos con un barrigón que se durmió en mis brazos la segunda o tercera vez que me vio, y que ya está empezando a darse cuenta de a quién podrá desarmar sólo con mantener esa expresión que por ahora lo asemeja tanto conmigo, en opinión del pequeño círculo de amistades que ya han podido verle en una simple foto de teléfono móvil. Estoy hablando de mi próximo tamagotchi de carne y hueso.
Los dejo en su compañía (todavía les hablo a mis lectores como si en realidad existieran)... mientras logro definir el rito mediante el cual él mismo escogerá el nombre que lo acompañará durante este tránsito entre nosotros.

Un canino saludo...

jueves, 3 de marzo de 2011

Reload


En lo que para mí constituye un acierto, Ciorán en su obra "La tentación de existir" cita a Chuang-tzé: "Que el hombre no ame nada y será invulnerable". Entre tanto, en un lugar muy pero muy alejado de los taoístas, los caballeros Jedi afirman también en sus más sagrados preceptos que los sentimientos que se derivan de esa palabreja aguda de cuatro letras son peligrosamente perjudiciales si se quiere mantener el equilibrio de la fuerza, comenzando por la interior, y siguiendo con las consecuencias de nuestras acciones; potencialmente fatales cuando actuamos cegados por las pasiones, ese incómodo apéndice animal del raciocinio que nubla todo entendimiento.

Sólo el paso del tiempo puede lograr tal cambio de enfoque. Sí, en alguna época también uno pudo haber sido un idealista, y ciertamente en mi caso hoy puedo afirmar que esa época fue la peor. Con la ayuda del añejamiento, llega la sensatez que permite ser consciente de tantas metas retrasadas que en otra época no habrían sido esquivas si se hubiese obrado con más cautela y menos idealismo, con más de razón y menos de pasión.
La instintiva "necesidad" del apareamiento está lejos de ser el ideal que reúne a una cándida princesa y a un príncipe azul. Alguien dijo que la mujer es ese tipo de ser que, generalmente, inspira el deseo de emprender grandes obras... pero luego en la cotidianidad nos impide realizarlas. Otro alguien, no necesariamente misógino, cuenta cómo un amigo suyo se inspiró en la que creyó su compañera ideal y, por ella, atravesó los mares a nado, escaló las montañas más altas, desafió a las bestias más salvajes, se enfrentó a los mayores peligros y adversidades imaginables... pero ella lo abandonó porque nunca estaba en casa.

Qué se oculta tras toda esta amarga comedia? Una gran verdad: los suspiros no alimentan. Sólo los animales se pueden dar el lujo de pasar su vida entera en un eterno celo buscando una pareja que solamente su instinto define como imprescindible. Sólo ellos, si logran superar esta prueba, pueden dedicarse a ser el macho alfa de su manada sin preocuparse por nada más, pues la madre naturaleza proveerá lo restante. Nosotros no. Nos guste o no, nuestra realidad es otra, o por lo menos eso se quiere creer. Aunque a la larga, apartemos nuestra capacidad de raciocinio y qué nos queda? Un animal que aprendió a caminar en dos patas y a elegir entre dos cabezas para guiar su vida. Que la mayoría elijan mal, eso ya es otro problema.

Regresando a Ciorán, se encuentra uno con que el primer pecado existencial es haber nacido y el segundo es hacer que otro más cometa el primero sin haberlo pedido. Resulta que a este moridero llegamos solos y solos nos hemos de ir, dejémonos de pendejadas, absolutamente nadie tiene el derecho de arruinar nuestra vida alienándola en pos de su ego. Cuando la parca pase por el ladito de uno nadie se va a meter en medio para irse en nuestro reemplazo. Somos responsables de lo que pase con nuestro día a día, ese tiempo no se recupera y cuando uno se lo ha dedicado en vano a alguien que muy seguramente no lo merecía, la vida misma más adelante nos pasa la cuenta de cobro... y no nos alcanza el resto de nuestros días para pagarla. "¿Cuántas cosas habría podido hacer por mí si no me la hubiera pasado mariqueando detrás de ___ por ___ días / meses / años?", puede ser la pregunta que surge entonces.

Al final, bien dicen que... "el hombre libre es un animal incompleto, y el hombre en pareja (casado o cazado) es un completo animal".

viernes, 14 de enero de 2011

Soñar no cuesta

Me disculparán los lectores más veteranos, si quizá vieron este "divertido" apunte tiempo atrás en otro espacio que cayó en desuso de mi parte por andar de esclavo, y en desuso de parte del proveedor de alojamiento por desmonte de la plataforma. Quise deliberadamente dejar una nueva evidencia de las huevadas que escribía años atrás. Esta entrada vio la luz originalmente el 14 de Enero de 2006.


Hoy como por dármelas de chistoso (y catalizar el tono de la peste que publiqué ayer) quise comentar esta imagen de mi amiga Monica Bellucci, una de las mujeres que SI me merezco...
Ciertamente no sería mala idea conseguir unas gafitas como las de Neo o las de Morpheus, ya que representan una enorme ventaja... ¿o seréis vosotros parte de la masa de incautos que aun creen que en esa escena aquellos dos estaban concentradísimos, con la mirada fija en el Merovingio y sus matones, teniendo semejante escultura literalmente al alcance de la mano? 
No hay derecho... definitivamente, soñar no cuesta (situación acentuada por el marido y la hija de un año, lo cual no la hace fea pero sí la aleja del horizonte posible para alguien con principios). Cuando vimos esta escena la donna (1,78 m., 35C-24-35") contaba 38 septiembres... juzguen, caballeros.

Aunque no vi "La Pasión de Cristo", don Mel Gibson debió prever el riesgo de que con semejante Magdalena el maestro podría haberse desviado hacia el lado oscuro.
Hasta la próxima.
PD/
Para quien guste de algo más "revelador", sugeriría la película "Irreversible", del año 2002 y dirigida por Gaspar Noé. Debo sin embargo advertir que la obra puede parecer una porquería y no creo que la consigan fácilmente, además hay que estar bastante concentrado para ignorar la presencia del marido en la escena que justifica la sugerencia.