Desde hace días hemos venido manchando las conversaciones cotidianas con el tizne de que nos íbamos a poner pútridos en este blog. Y lo más pútrido que se nos ocurrió fue hablar de política. Y para aumentar el hedor, política matizada con otros temas pestilentes: religión y sobrepoblación. Ya verán por dónde va el agua al molino...
En el que fue nuestro colegio hace ya bastantes años, mi amigo el puma y yo veíamos con frecuencia que los curitas rendían devoción a un personaje que era todo un icono de su comunidad, beatificado por aquellos días y actualmente considerado santo: Ezequiel Moreno y Díaz. "Sacerdito" desde los 16, sacerdote a los 23, por andar de misionero vino a hacer carrera de obispo en este moridero hasta los 58, cuando su Diosito se acordó de él. Eso fue hace ya más de 100 años, en una época ruidosa en la que aún se hablaba de guerras civiles, como la guerra de los mil días que dejó como consecuencia la pérdida de Panamá. Sí, claro, yo detesto el enorme baúl de datos que llaman historia, pero estos los necesito para delinear el contexto histórico de mi primer personaje, don Ezequiel... digo, San Ezequiel. Esto va para largo...
Todo ese tropel de guerras era generado por ese delicioso invento humano que llaman política. Dos partidos tradicionales vivían buscando la disculpa para darse en la jeta sin importar a cuántos hubiera que llevarse por delante. Muy evolucionados estos señores, resulta que según cuentan las malas lenguas (ya que las buenas al parecer jamás se destacan por contar algo) el curita Ezequiel no fue la excepción, y como lo dictaba la tradición, sus inclinaciones eran azules, pues al parecer la sotana le combinaba con las banderas del partido que en plena época de guerra llevaba las riendas: el conservador. Tales inclinaciones no eran desconocidas para los borregos-feligreses ya que el señor este hacía política desde el púlpito, de manera que esta "almita de Diosocomosellame" se convirtió en un personaje de horror para los liberales. Como ya dije, un siglo ha pasado desde entonces... pero algunas mañas no se pierden, y aunque sea por encima o por debajo de la mesa, ese tufillo de coquetería entre cierta corriente política y cierta iglesia milenaria sigue por ahí. Lo malo es que a esa encantadora corriente política le encantaba andar acabando a punta de violencia a los opositores, para la muestra está el caso de un tal Laureano Gómez quien por la época de la guerra que mencioné era universitario, y con algo de tiempo llegó a ser Presidente. No voy a seguir con la clase de historia, me basta sólo con saber que a estos individuos les iba muy bien armar masacre.
De la entraña de esta facción política salen hoy en día ciertos brotes que me desconciertan. Será porque los tiempos han cambiado, aunque las alianzas no. La mentalidad de los negociantes de la fe ya no se orienta a acabar con un público potencial a punta de machete y bala por cuestiones de color político. Es más interesante hacer que ese público aumente descontroladamente, a fin de aumentar también la probabilidad de que salgan nuevos simpatizantes de la causa, nuevos borregos a los cuales seducir desde el púlpito para que vayan a engordar las urnas en elecciones y los bolsillos de sus amigos políticos después de éstas. Es más interesante una alianza estratégica en la que yo te promuevo y tú me promueves. Yo desde el púlpito digo ciertas estupideces y tú desde la tarima de tu campaña las repites, y ya veremos cómo los dos salimos ganando. Qué asco. El mismo asco que me produjo el ver estas perlas en la publicidad de ciertas candidaturas...
Ahora resulta que la intención de voto no debe ser determinada por las ideas sino por las creencias. O por la relación entre aquellas y los hábitos sexuales, según parece. La primera me produjo "piedra", la segunda, un rotundo asco. No entiendo qué putas tiene esa asquerosa barriga de estético o de político (¡vamos, es publicidad política, no un anuncio de un centro de no-planificación familiar!). Pero en el fondo, las dos están diciendo la misma huevonada: sigan tirando mamitas que todavía no tenemos suficientes borregos. A esta gentuza le parece que aún somos pocos. A la salida de los templos llenos de tontos se ve a otros más tontos con su colección de niños muertos de hambre pidiendo para un pan. Pero el infeliz que adentro y desde el púlpito les incita a seguir trayendo más y no a prevenir que esto ocurra, no adquiere ninguna responsabilidad sobre las consecuencias de sus palabras. Tampoco lo harán este par de lumbreras que vociferan lo mismo en la plaza pública y en avisitos pecuecos como los que aquí se muestran. Ni ellas ni los de sotana se van a ir a cada semáforo a adoptar a todos aquellos que viven en la miseria vendiendo chicles. Por el contrario, estos hipócritas muy probablemente ordenarán a su chofer que la emprenda a madrazos cuando uno de esos infantes le esté embarrando ("limpiando") los vidrios del carro.
Lo que tengo claro es que usualmente uno debería hacer campaña prometiendo (esa es la palabra clave de siempre, puras promesas) implantar o mejorar algo, o bien derogar algo, según ocurra que ese algo favorecería o está perjudicando a muchos o a todos los electores. Ejemplos hay todos los que se quiera: mejoras en la educación, en la salud, en los servicios públicos... eliminar o reducir impuestos... lo de siempre, lo de los mismos con las mismas. Pero el caballito de batalla de este par de patéticos casos no tiene ese rasgo. Que yo sepa, actualmente nadie va por ahí obligando a la gente a que aborte o a que tenga ciertas prácticas responsables en torno a ese temita de andar sobrepoblando, aunque se debería. Esas cosas aún están en el terreno de las sabias decisiones que todos deberíamos ser capaces de tomar, pero a las que la estupidez general no deja tiempo. Entonces, no veo en dónde está la promesa que va a atraer a las moscas a las urnas. A la vista del electorado sin cerebro, un lema como estos es "la miel que atrae a las moscas más que el vinagre". El problema es que la mierda las atrae aún más, y para mí, estos lemas no son más que eso: shit. Literalmente, este par de eminencias deberían irse para la China, a ver si encuentran nicho en medio de los pocos estúpidos que quieren salirse del modelo que los obliga (a Mao gracias) a controlar la población. Aquí, mis señoras, están absurdamente fuera de lugar.
Estas son nuestras almas puras... que rueguen por nosotros, que nosotros rogaremos por ellas... para que no lleguen a donde pretenden llegar. Mañana es día de elecciones... yo espero que usted, apreciado lector, pueda votar con la cabeza y no con las gónadas. He dicho.
En el que fue nuestro colegio hace ya bastantes años, mi amigo el puma y yo veíamos con frecuencia que los curitas rendían devoción a un personaje que era todo un icono de su comunidad, beatificado por aquellos días y actualmente considerado santo: Ezequiel Moreno y Díaz. "Sacerdito" desde los 16, sacerdote a los 23, por andar de misionero vino a hacer carrera de obispo en este moridero hasta los 58, cuando su Diosito se acordó de él. Eso fue hace ya más de 100 años, en una época ruidosa en la que aún se hablaba de guerras civiles, como la guerra de los mil días que dejó como consecuencia la pérdida de Panamá. Sí, claro, yo detesto el enorme baúl de datos que llaman historia, pero estos los necesito para delinear el contexto histórico de mi primer personaje, don Ezequiel... digo, San Ezequiel. Esto va para largo...
Todo ese tropel de guerras era generado por ese delicioso invento humano que llaman política. Dos partidos tradicionales vivían buscando la disculpa para darse en la jeta sin importar a cuántos hubiera que llevarse por delante. Muy evolucionados estos señores, resulta que según cuentan las malas lenguas (ya que las buenas al parecer jamás se destacan por contar algo) el curita Ezequiel no fue la excepción, y como lo dictaba la tradición, sus inclinaciones eran azules, pues al parecer la sotana le combinaba con las banderas del partido que en plena época de guerra llevaba las riendas: el conservador. Tales inclinaciones no eran desconocidas para los borregos-feligreses ya que el señor este hacía política desde el púlpito, de manera que esta "almita de Diosocomosellame" se convirtió en un personaje de horror para los liberales. Como ya dije, un siglo ha pasado desde entonces... pero algunas mañas no se pierden, y aunque sea por encima o por debajo de la mesa, ese tufillo de coquetería entre cierta corriente política y cierta iglesia milenaria sigue por ahí. Lo malo es que a esa encantadora corriente política le encantaba andar acabando a punta de violencia a los opositores, para la muestra está el caso de un tal Laureano Gómez quien por la época de la guerra que mencioné era universitario, y con algo de tiempo llegó a ser Presidente. No voy a seguir con la clase de historia, me basta sólo con saber que a estos individuos les iba muy bien armar masacre.
De la entraña de esta facción política salen hoy en día ciertos brotes que me desconciertan. Será porque los tiempos han cambiado, aunque las alianzas no. La mentalidad de los negociantes de la fe ya no se orienta a acabar con un público potencial a punta de machete y bala por cuestiones de color político. Es más interesante hacer que ese público aumente descontroladamente, a fin de aumentar también la probabilidad de que salgan nuevos simpatizantes de la causa, nuevos borregos a los cuales seducir desde el púlpito para que vayan a engordar las urnas en elecciones y los bolsillos de sus amigos políticos después de éstas. Es más interesante una alianza estratégica en la que yo te promuevo y tú me promueves. Yo desde el púlpito digo ciertas estupideces y tú desde la tarima de tu campaña las repites, y ya veremos cómo los dos salimos ganando. Qué asco. El mismo asco que me produjo el ver estas perlas en la publicidad de ciertas candidaturas...
Ahora resulta que la intención de voto no debe ser determinada por las ideas sino por las creencias. O por la relación entre aquellas y los hábitos sexuales, según parece. La primera me produjo "piedra", la segunda, un rotundo asco. No entiendo qué putas tiene esa asquerosa barriga de estético o de político (¡vamos, es publicidad política, no un anuncio de un centro de no-planificación familiar!). Pero en el fondo, las dos están diciendo la misma huevonada: sigan tirando mamitas que todavía no tenemos suficientes borregos. A esta gentuza le parece que aún somos pocos. A la salida de los templos llenos de tontos se ve a otros más tontos con su colección de niños muertos de hambre pidiendo para un pan. Pero el infeliz que adentro y desde el púlpito les incita a seguir trayendo más y no a prevenir que esto ocurra, no adquiere ninguna responsabilidad sobre las consecuencias de sus palabras. Tampoco lo harán este par de lumbreras que vociferan lo mismo en la plaza pública y en avisitos pecuecos como los que aquí se muestran. Ni ellas ni los de sotana se van a ir a cada semáforo a adoptar a todos aquellos que viven en la miseria vendiendo chicles. Por el contrario, estos hipócritas muy probablemente ordenarán a su chofer que la emprenda a madrazos cuando uno de esos infantes le esté embarrando ("limpiando") los vidrios del carro.
Lo que tengo claro es que usualmente uno debería hacer campaña prometiendo (esa es la palabra clave de siempre, puras promesas) implantar o mejorar algo, o bien derogar algo, según ocurra que ese algo favorecería o está perjudicando a muchos o a todos los electores. Ejemplos hay todos los que se quiera: mejoras en la educación, en la salud, en los servicios públicos... eliminar o reducir impuestos... lo de siempre, lo de los mismos con las mismas. Pero el caballito de batalla de este par de patéticos casos no tiene ese rasgo. Que yo sepa, actualmente nadie va por ahí obligando a la gente a que aborte o a que tenga ciertas prácticas responsables en torno a ese temita de andar sobrepoblando, aunque se debería. Esas cosas aún están en el terreno de las sabias decisiones que todos deberíamos ser capaces de tomar, pero a las que la estupidez general no deja tiempo. Entonces, no veo en dónde está la promesa que va a atraer a las moscas a las urnas. A la vista del electorado sin cerebro, un lema como estos es "la miel que atrae a las moscas más que el vinagre". El problema es que la mierda las atrae aún más, y para mí, estos lemas no son más que eso: shit. Literalmente, este par de eminencias deberían irse para la China, a ver si encuentran nicho en medio de los pocos estúpidos que quieren salirse del modelo que los obliga (a Mao gracias) a controlar la población. Aquí, mis señoras, están absurdamente fuera de lugar.
Estas son nuestras almas puras... que rueguen por nosotros, que nosotros rogaremos por ellas... para que no lleguen a donde pretenden llegar. Mañana es día de elecciones... yo espero que usted, apreciado lector, pueda votar con la cabeza y no con las gónadas. He dicho.
Mi estimado y apreciado Fer:
ResponderEliminarLamentablemente aunque uno no lo quiera, los "poderes" se unen en épocas cruciales, político - religioso en este caso. Creo yo, mirado desde un punto objetivo que eso es inevitable, pues cada uno dirá y hará lo posible para que su opción sea la ganadora.
Lo terrible de todo esto, es que cuando a uno lo “incentivan” o motivan a votar de una determinada manera, es que esa unión de poderes tiene un “valor” poderoso que lo hace tomar en cuenta esos factores, independientemente de la “oferta” y/o compromisos que el candidato esta tomando con la ciudadanía, es decir… Puesto de otra manera, importa nada lo que ofrezco, pues no es importante lo que quiero hacer, sino que son más importantes mis “valores” y creencias.
Más espeluznante, es que hay gente que vota por ese tipo de propuestas (que personalmente lo encuentro una estupidez), en vez de instruirse y leer las respectivas propuestas de cada candidato (como un plan de gobierno por ejemplo), donde se encuentra a cabalidad el dato duro, las políticas que ese personaje impartirá, etc …… Ahí es donde se encuentra, creo humildemente yo, el verdadero compromiso entre el candidato y la ciudadanía, para así poder pasarle “la cuenta” al final de su periodo al él (ella) y a todos los que representa y no un cartel o panfleto rasca con una frase que vale callampa.
Saludos FER, lo esperamos pronto por acá a gozar con la replicas!, un abrazo.
Fer, excelente reflexión, pero me parece que le faltó mencionar al máximo exponente del "godismo" más recalcitrante, que no es otro que el vererable anciano José Galat, quien al parecer olvidó que la constitución de 1991 establecía la separación Iglesia-Estado.
ResponderEliminarLos invito a leer una entrevista que le hace María Isabel Rueda.
http://www.eltiempo.com/colombia/politica/jose-galat-en-entrevista-con-maria-isabel-rueda_7295919-1
Bueno aunque no culpo al tipo por no tener en cuenta a la constitución de 1991, y no digamos que es por que padece Alzheimer o demencia senil, que seria lo propio de su edad, más bien, justifiquémoslo en que los viejitos son como los niños, tienden a imitar los comportamientos de los demás, no es culpa de él que el actual presidente haya querido introducir y modificar unos "articulitos" para obtener un segundo tiempito en la "Casa de Nari", que por poco y nos clavan el tercero, bienaventurada la Santísima Corte Constitucional.
Les dejo estos enlaces que amplian lo descrito por Fer, no sólo en tiempos de don Ezequiel, sino en nuestros tiempos, si, en pleno siglo XXI, con nuestro super procurador general.
http://www.semana.com/noticias-opinion/inquisidor/117290.aspx
http://www.elespectador.com/columna93530-un-fanatico-procuraduria
Y este otro documento sobre la guerra de los mil días y el Santo Agustino Recoleto, con el que Fer abre su exquisito memorial.
http://www.reseau-amerique-latine.fr/ceisal-bruxelles/HIST-RI/HIST-RI-4-SIXIREI.pdf